El Primer Círculo

Sunday, April 03, 2005

Los tres palomos

Era una paloma con partes azules y grises. Al principio pensé que ya estaba muerta, así como la vi, recostada en la calle.. Me acerqué y abrió los ojos, contra lo que esperaba me dejó acariciarla. Me senté en el escalón exterior de una casa y comencé a pasarle mi mano como si fuera un gato (una de las pocas cosas que aprendí en los últimos cuatro años fue a acariciar gatos), por parecerme más apropiado que acariciarla como si fuera un perro, pues sólo conozco estas dos maneras de acariciar animales. Le rasqué suavemente el cogote recordando que a un perico que conocí le gustaba eso, pero se sintió incómoda.
Mi contacto la hacía cerrar los ojos, respiraba con tranquilidad. Pensé que tenía la pata rota, porque no podía dar un paso, pero parecía más como si estuviera agonizando. La dejé para irme a la tienda. Pensé en darle un poco de agua, quizá comprarle unas rosetas de maíz (su ignorancia de nuestro lenguaje le evitaría la desgradable referencia al canibalismo). Me esperé a verla de nuevo. Cuando regresé estaba batiendo las alas, así que se me ocurrió cargarla para reexaminar la hipótesis de la pata rota, pensé por un momento en llevarla con un tío que es veterinario. Era muy ligera, era como cargar aire, quizá por eso pueden volar. La vi muy mal y volví a dejarla en su último lecho.
Creo que muchos me dirían que sólo las pérdidas humanas (y de ciertas muy especiales mascotas) cambian el mundo irremediablemente. Que todas las palomas son iguales. Que la paloma siempre es la misma paloma desde que existió la primera. Sin embargo esto es falso. No todas las palomas son iguales, sólo ésta descansó en mis manos antes de morir, sólo dos palomas se negaron a salir volando y regresaron al cuarto cuando Karol las liberó en su último año de vida.

1 Comments:

At 11:02 AM, Blogger Alejo Cava said...

Gracias por el texto. Antes de la referencia a Karol, ya me parecía de enorme sensibilidad. Sublime.

 

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