El Primer Círculo

Thursday, March 31, 2005

La reina de las humanidades, Carnaval 2005

A finales de secundaria y a principios de prepa la experiencia sexual, aunque en una parte es empírica, en su mayoría es representativa. Llega el lunes este wey y cuenta cómo agarró chichi, a fulano se la jalaron y no falta el vivo que "ya cogió". Esto lleva haciendo durante miles de años la filosofía, eso y muchas chaquetas.

Wednesday, March 30, 2005

Hacia una cultura de la perífrasis

Ayer mi madre me regaló un disco. Me dijo "escoge un disco para que te lo regale de Pascua". ¿De Pascua? Sí, ella siempre inventa cualquier pretexto para poder regalarme cosas sin parecer demasiado pródiga.
Esa esa es una de las razones (la otra es porque robé el discman de mi hermana) por las que puedo escuchar en este momento Bravo Brubeck. Es la grabación de un concierto en vivo que dio el Dave Brubeck Quartet en Puebla, donde sorpresivamente tocaron sólo canciones mexicanas, algunas tradicionales como "Cielito Lindo", pero también otras como "Bésame Mucho" y "Sobre las Olas".
Las versiones del cuarteto no son las traducciones groseras que podrían esperarse de esos discos que trasladan cualquier cosa que no es jazz metiéndole swing a la melodía y bajo caminado. Pero tampoco son versiones en latin jazz, eso habría sido demasiado fácil.
Dave Brubeck, buen conocedor de la música mexicana (jamás había tocado estas canciones, todo lo hizo con memoria auditiva) logra realmente una asimilación, y una interpretación que a su extraña manera es fiel (la repetición no es la repetición de las condiciones técnicas, dicen los ingenieros que han leído a Kierkegaard).
Paul Desmond sólo toca el saxofón en aquellas piezas con las que está familiarizado. Y esto es lo que me sorprende y lo que me impulsó a escribir todo lo anterior. ¿Por qué esa exactitud, si él como cualquier jazzista rara vez reproduce con exactitud una melodía? Quien sepa de lo que hablo recordará las variaciones en el timing, las notas de paso y adornos agregados cuando una melodía conocida (muy frecuentemente un tema de broadway) se interpreta en jazz instrumental.
En ocasiones me es imposible discernir una melodía si no he escuchado alguna versión más sencilla de la canción. "Smoke gets in your eyes" tocada por Artie Shaw me sonaba como un preludio de Debussy hasta que escuché una versión cantada por Billie Holiday y me percaté de que ya había escuchado esa melodía cientos de veces.
¿Por qué entonces Paul Desmond no participa en las canciones con que "no está muy familiarizado"? Me arriesgo a ofrecer la siguiente tesis audaz. Se puede ser impreciso y darle vueltas a las cosas, pero para hacerlo bien hay que saber muy bien lo que uno está diciendo. Sin embargo pudo haber improvisadoar un solo simplemente escuchando la armonía, sería como comentr acerca de un libro que uno no ha leído, pero ¡hey Paul! yo lo he hecho muchas veces.
Afortunadamente no pienso en todas estas cosas cuando escucho Bravo Brubeck (y tampoco me dan ganas de gritar "Bravo Brubeck" cuando termino de escucharlo), en realidad sólo lo disfruto. Y hoy tengo el pretexto perfecto para darle un regalo a mi madre porque cumple años. Después de buscar durante horas encontré un libro de Eco sobre literatura que promete ser muy simpático (la contraportada menciona entre otras cosas el manifiesto comunista como obra maestra del marketing) y otro de Dewey que le va a servir para su tesis de maestría pero que estoy seguro de que también le va a gustar. Feliz cumpleaños mamá.

Monday, March 28, 2005

¿Logrará ceñirse con la doble corona Nefermaat?

Hoy pasé por un libro a casa de Eduardo y me mostró su colección de películas. Había de Fellini, de Buñuel y de Greenaway. Las demás (unas cinco) eran del mismo corte.
Me pareció demasiado buen gusto. Tan sólo echando una ojeada a mi librero encuentro ciencia ficción barata y una edición en francés del principito, sin olvidar las crónicas vampíricas y los relatos de Carlos Castaneda. Hace poco compré en una tienda de saldos una novela histórica, el primer volúmen de la serie titulada Keops, sin embargo cuando terminé de leerlo ya no estaban el segundo ni el tercer tomo. Tengo además dos ediciones de Generación X y si esto pudiera parecer poco, puedo descender aún más con Condorito, cuyos desmayos al enfrentarse con el absurdo de la realidad expresan un estado anímico inefable compañado de su correspondiente onomatopeya.
Cuando alguien se precia de leer exclusivamente buena literatura me apresuro a señalar que eso de ningún modo puede ser bueno para la mente. Digo mi analogía preferida para estos casos, "Es como si sólo vieras películas de Fellini o de Buñuel". Lo normal en estos casos es que mi interlocutor comprenda el argumento y me de la razón.
Sin embargo esta vez con Eduardo no supe cómo reaccionar. Sospecho que Condorito habría sabido exáctamente qué hacer.

Sunday, March 27, 2005

Tan sólo un vicio más

Su peinado, si se le puede llamar así, me recordó un poco a Billy Corgan. Comenzó a tocar en su guitarra, con cuerdas de metal, una canción que no logré identificar. ¿La habrá compuesto él?, pensé.
No pedí un café como lo había planeado, ni llevaba atuendo negro ni boina. Sin embargo seguía necio con leer a Sartre en un café de Coyoacán. Así soy yo estos últimos días, apurándome a vivir clichés antes que esto -si es que no demasiado tarde- se convierta en cliché. (Quizá se trataba de lo un cliché muerto, aquellos que sólo acontecen cuando se llevan a cabo concientemente como clichés).
Estaba tomando un frívolo frappé de mango y apenas comenzaba a leer el pseudo prefacio de la pseudo novela cuando él llegó a cantar. Repetía continuamente el nombre de "Daniela" y daba unos aullidos melódicos que sin embargo me parecieron desgarradores. Identifiqué su acento sudamericano y me empeñé en que tenía que ser una canción de rock argentino, atribuí a mi ignorancia el hecho de no poder recordar el nombre.
No cantaba del todo mal, pero su voz no era muy agraciada. Era una voz de esas que son muy agradables para hablar (más de lo que puede decirse de Joaquin Sabina, de Chavela Vargas o de Bob Dylan) pero que al cantar no conseguirán más que dar en el tono. A pesar de que era una balada golpeaba con fuerza la guitarra.
En general me gustan los músicos callejeros. Hacía unos momentos había visto desde fuera a una guitarrista clásica en otro café, se dio cuenta de que la miraba con atención y terminé por irme al darme cuenta de que la estaba poniendo nerviosa. También había buscado en vano a los gaiteros que ya varios domingos he visto tocar al tiempo que sus patiños hacen malabares con fuego.
Sin embargo en ese momento él parecía aún más interesante. Aquella canción no era muy buena y eso la hacía aún más triste. Después comenzó a tocar otra que empezaba idéntico que la balada de John y Yoko, pero que sin embargo era una especie de blues. Cuando terminó le di una moneda y le dije -ya posterior a su aclaración de que las canciones eran suyas- que la segunda me recordó a Charly García. Me dijo que en realidad se había basado en una banda inglesa, The Slate o The Slade. Le pregunté que si conocía a Elliott Smith, el cantautor que en estos momentos más aprecio, pero no sabía nada al respecto. Me dijo que le gustaba Lou Reed (y pude adivinar sus siguientes palabras) y David Bowie. Le dije que a mi también, me preguntó a qué me dedicaba, le dije que era estudiante de filosofía.
"Mira" Me mostró dos estampas de Krishna en su guitarra. "Conocés a Srila Prabhupada". Le respondí que no. "Una vez en una entrevista le preguntaron a Charly García qué estaba leyendo y dijo que Prabhupada. Le preguntaron qué era eso y dijo 'Si no habés leído a Prabhupada no habés leído nada' Bueno Chao".
Cuando el tipo se fue me di cuenta de que sus canciones me gustaron mucho, pensé -como suelo hacerlo en estos casos- que no lo volvería a encontrar. Inmeditamente después llegó el tipo deschavetado que toca los yembés y recita cosas sobre que Hitler volvió y dice "Radiounam 96.1" como si estuviera al aire. Al final dijo con su extraña voz modulada "Tenemos que cuidar la salud de nuestro corazón, porque nuestro corazón nos da la vida para trascender... en la vida". Luego encendió un cigarrillo y se fue.

Quarebam unde bonum....

Una de las particularidades más interesantes en la mitología judeocristiana es que el mal es histórico. Es decir, no es un principio o co-principio junto a Dios, no es una parte constitutiva del estado de cosas.
Sólo existe el bien, Dios como fin único. Aquella criatura que lo desee y que tenga la libertad para hacerlo puede apartarse del camino claramente trazado, como fue el caso de Lucifer. Del mismo modo una criatura rebelde puede corromper a otras, como sucedió con Adán y Eva.
La emocionante guerra entre ángeles y demonios que relata Milton está fuera de proporción, si la lucha por el paraíso fuera el Señor de los Anillos en proporción de fuerzas, la batalla no habría sido contra Sauron y sus gigantescas hordas de orcos, sino contra la comarca de los hobbits.
Tan es así que el problema principal de la patrística fue el de explicarse el mal, una realidad tan patente en la experiencia común (sobre todo de los que manejamos) y que sin embargo, de acuerdo a sus principios, al parecer no tenía cabida.
Por ello uno de los puntos claves de la teología cristiana es la negación del mal ontológico, para darle un mero estatuto moral, o como lo acabo de llamar, histórico.
A muchos puede parecerles aburrido que todo sea gloria angelical, festejos con querubines y contemplación eterna de un Dios, que como Bic, no sabe fallar. Para mi, en cambio, el bien es algo que no acaba de cuajar, que no termina de instanciarse en la creación. La fragilidad del paraíso terrenal me parece que ha quedado más que clara, y ni los tormentos que soporta pacientemente Job, ni el sacrificio de Abraham logran establecer el bien. El crucificado no consigue sino la esperanza de la victoria. En pocas palabras la historia sagrada no ha sido más que un largo proceso de conjetura y refutación, la Nueva Jerusalén está por verse.
Dios, según lo perciben los gnósticos (la ortodoxia/herejía es sólo una petición de principio, si éstos hubieran ganado, hoy se llamarían católicos) es endeble y su corruptibilidad difiere tan sólo cualitativamente de las criaturas. No sólo mantiene a lo creado en el ser, sino que de algún modo tiene que estarse afirmando a sí mismo.
¿Cómo no decidirse a ser bueno una vez que se conoce a este Dios triste y solitario? ¿Cómo negarse a tomar la causa perdida por excelencia y creer -contra toda expectativa racional- que los fieles seremos victoriosos?

Wednesday, March 23, 2005

Tres versiones del génesis

Kant -víctima del humor involuntario- hace una reconstrucción tomando de forma casi literal el fruto prohibido. La voz de Dios son los instintos animales. El sentido del gusto es instintivo, inmediato. Sin embargo el hombre podría haberse apartado del sentido del gusto-olfato, quizá con la vista o con otro sentido. Pudo ser cualquier fruto en el que se fijara. Esta sería una primera emancipación de la razón respecto del instinto, al desligarse el placer de lo inmediato se buscan modos de obtenerlo, surge la voluptuosidad. Algo análogo surge con lo sexual, se aleja del apareamiento periódico de los animales cuando se da cuenta de que se puede provocar él mismo a voluntad aquel gustito. La hoja de parra surge cuando se da cuenta de que se puede tener mayor placer no teniendo todo el tiempo a la vista el objeto de deseo (nadie lo creería pero Kant leído entre líneas de repente puede sonar muy procaz, como cuando Rafa en una de sus clases de Kierkegaard aclara que "el secreto" nada tiene que ver con la ginecología). Así lo sexual se sublima en amor, y así todo se va volviendo etéreo hasta que el estado de caída es patente e irreversible.
La versión de Gabriel Zaíd es también muy ingeniosa. El fruto prohibido es el que proviene del arbol plantado por el hombre, el pecado original es la agricultura. Vivir de la recolección es el estado paradisiaco, al comenzar a cultivar se va todo al carajo.
La tercera versión es mía. La serpiente tenía razón, el fruto prohibido los haría como dioses. Adan y Eva, que hasta entonces s se la pasaban bastante bien en el paraíso, tenían la idea de que como dioses sus facultades podrían medirse mejor con el jardincito, estarían a nivel de contemplar aquella perfección en su justa medida. Carlos López sólo escucha "faltas de gramática" en Philip Glass, es capaz de arruinarle a una persona sin conocimientos de música el tema del Señor de los Anillos mostrando una disonancia. García Márquez cuando lee una novela sólo ve "costuras" y "trabajo de carpintería". Una lesbiana muy amigable tiene también un problema con los libros, sólo que por su trabajo todo lo que encuentra son fallas editoriales. Y para acabar de resumirlo todo, no creo que los ilusionistas se diviertan mucho viendo a David Copperfield (y para ser honesto yo tampoco).
Y sí, se tiene una posición privilegiada. Se aprecia mejor el trabajo, como debe apreciar mucho mejor que yo a John Coltrane un crítico de jazz. Pero se pierde irremediablemente la inocencia. Sólo lo dado es mágico. "No me gusta saber cómo está hecha la música" me respondió enojado un amigo cuando trataba de convencerlo de que aprendiera un instrumento. Aprecio más las películas que he visto sin pensar en la estructura del guión, el montaje o el lenguaje cinematográfico y agradezco ser lo suficientemente ignorante para poder olvidarme a voluntad de eso.
A final de cuentas el árbol dejó de ser el mágico árbol. No es que se supieran todos sus secretos, sino que simplemente es algo que alguien puso ahí y que podría haber sido de mil maneras distintas. El pecado original es el nominalismo, los nombres que había puesto Adán se convierten en términos generales y pierden todo su poder (y si bien nadie lo recuperó, debemos aplaudir los heroicos esfuerzos de José Emilio Pacheco).
Eva y Adán comen de la manzana. ¿Qué improta si Dios se encabrona? Se sienten demasiado jodidos como para pensar en eso. El mundo ya no es el mismo, ya no es un todo azul cerrado y viscoso, sino arbitrario y modificable, ya no hay Estrellas ni Plantas ni Luz. Al mundo se le ven las costuras.

Sin novedades

En verdad no tengo mucho que decir en estos momentos.

Tuesday, March 22, 2005

Hacia una cultura de la digresión

En City of Glass (es la segunda parte de la Trilogía de NY de Paul Auster, tres novelas cortas independientes con elementos en común que terminaron por integrarse en un solo volumen) encontramos al perturbante Peter Stillman. Daniel Quinn (escritor de novelas policiacas) no sabe nada al momento de entrevistarse con él, recibió por error una llamada de la Sra. Stillman y decide hacerse pasar por el detective privado Paul Auster.
Peter vomita una palabra tras otra, su monólogo es un capítulo entero de la novela. A través de sus palabras atropelladas y ramificaciones en el discurso logramos entrever una historia. Peter estuvo encerrado desde que nació en un cuarto oscuro sin contacto humano de ningún tipo, su padre le pasaba la comida por la puerta. Tras un incendio accidental fue descubierto, su padre terminó en la cárcel y él en un hospital psiquiátrico. Su terapeuta de lenguaje tras enseñarle a hablar se casó con él y lo llevó a vivir a su departamento, "a ella no le gusta follar" (cortesía de traducción Anagrama) pero cuando Peter lo requiere le lleva putas.
Paul Auster (el escritor real, pues también hay un segundo Paul Auster en la novela, un crítico literario especialista en el Quijote) no es el primero en utilizar este recurso. Al menos conozco un precedente. William Faulkner construye The Sound and the Fury a través de distintas narraciones en primera persona, la primera -como se averigua posteriormente en la novela- es desde el punto de vista de un retrasado mental.
Esto que en ambos personajes es una discapacidad en un autor puede ser virtud. Virginia Woolf con su stream of consciousness logra retratar con mayor fidelidad el modo harto complejo en que surgen los pensamientos, antes ya lo había ensayado tímidamente Henry James (quizá inspirado por su carnalito) y posteriormente Joyce lo llevó a su máxima expresión en las partes más preclaras de Ulises.
Nos admiramos al reconocer una representación fiel de la corriente vagamente conexa que identificamos como nuestro pensamiento, pero nos horrorizamos al ver esto mismo aplicado a un discurso. Tenemos una idea tan ascéptica de lo que son nuestros diálogos que los cineastas han parasitado por décadas de la convención dramática de hablar por turnos (cuando uno nota esto se aprecia más un aspecto frecuentemente ignorado del trabajo de directores como Woody Allen o Fellini, Greenaway está conciente de que en el cine más que una convención debe ser un recurso y a pesar de que domina el diálogo empalmado en ocasiones lo utiliza regresándole todo el poder que debió haber tenido en la Atenas del siglo V. ).
Quizá parte de lo perturbante de Peter Stillman es nuestro parecido con él, la forma como balbuceamos -él sin filtros, nosotros con pocos- y sin embargo terminamos por darnos a entender. A menos claro, que uno opte por ser neurótico (véase el contraste entre judíos y WASPs en Annie Hall), precisamente en este intento exagerado de articulación es cuando el lenguaje más se vuelve una prisión.
El concepto de digresión presupone un discurso central y comentarios marginales. La posmodernidad y su paladín Jacques Derrida se han encargado de abolir esta distinción. Sin embargo a quienes hablan con un discurso no-lineal se les atribuye una pobre capacidad de atención, "se van por las ramas", se les escapa el big picture.
No pretendo defender la anarquía discursiva que proponen los deconstruccionismo, sino simplemente proponer que le perdamos el miedo a las digresiones y a los saltos de tema. Quién sabe, quizá algún día la escritura podría consistir en una serie de ideogramas entrelazados unos con otros, quizá en la literatura prosperen otros recursos (recuérdese el capítulo de Rayuela que consiste enteramente en notas al pie, el postcriptum de Migajas Filosóficas que supera por mucho a la obra en sí). Sin embargo, si como algunos críticos literarios afirman (para demostrar que leyeron a Heidegger) el lenguaje es nuestra casa, sería bueno que la decoráramos como se nos hinchen los huevos.

Piedras y Escarabajos

Según se cuenta Mimi Nashi Hoichi, el creador de Pokemon, atrapaba bichos con distintos métodos y se divertía acrecentando su colección. Esto me recuerda a una campaña publicitaria de MTV, muy buena, donde aparecía Billy Corgan en una dinámica de show and tell en clase, explicando de forma oscuramente poética y nihilista por qué había dejado su calabaza de día de brujas sin tallar, al regresar a su asiento un niño le metía el pie y mientras se estrellaba la calabaza en el piso (Smashing Pumpkins) otro le decía "Welcome to earth spaceboy!" (el título de una canción). En el primer caso tenemos una historia real mientras que en el segundo tenemos una construcción a posteriori con dos elementos, una explicación causal de ciertos futuros elementos y una construcción de cómo sería ver a Billy Corgan de niño. Esto último queda muy claro en Shakespeare in Love, cuando William Shakespeare ve a un niño torturando una rata y al preguntarle su nombre resulta ser Ben Johnson.
Estas personas se distinguen por ciertos rasgos muy particulares, casi todos en realidad, pero en el artista queda más patente debido a que lo plasma su obra. Nos cuesta un poco de trabajo imaginar que de niños todos eran todos muy parecidos y jugaban a los mismos juegos. Mimi Nashi Hoichi cuenta en una entrevista que todos sus amigos jugaban a coleccionar insectos, sin embargo él fue el creador de Pokemon y le prestamos exagerada atención al hecho de que él jugara sin tomar en cuenta que no era el único.
La falacia sin embargo, no es absoluta, se confunde con una realidad. En verdad hay sucesos de la infancia que nos marcan, como cuando Mahler tras una violenta pelea familiar corrió hasta encontrar a un organillero y desde entonces asoció lo vulgar con lo trágico. Pero también es cierto que otro niño podría no haber prestado a atención a esto.
Por otra parte hay quien afirma que la personalidad ya ha quedado formada en buena parte alrededor de los cinco años, y es cierto que de niños ya somos en buena medida lo que somos. El pequeño Nietzsche fue encontrado para sorpresa de todos caminando en medio de una tormenta porque le habían enseñado que los niños buenos no debían perder la compostura.
La verdad es que deberíamos recurrir menos a este recurso estético propio de los Muppet Babies y similares para darnos cuenta de que los principios -como todo lo teleológico- se encuentran al final, son aquellas acciones en las que hemos persistido. Así cuando el joven Kurt Cobain pesca del río la pistola que lanzaron sus padres tras haberse amenazado con ella, para venderla y comprar un amplificador, decide convertir su vida tragicómica en rock, como lo hizo de nuevo cuando grabó Bleach, Nevermind, In Utero.
Una vez, cuando estaba en el jardín de niños, pedí permiso para ir al baño y en vez de ello me subí clandestinamente al trampolín, que siempre había deseado tener para mí solo. Ahí me quedé hasta que la maestra llegó a tomarme de la mano y me obligó a bajar. Ojalá mi vida se parezca un poco a eso.

Monday, March 21, 2005

Dios bendiga a los Gustavos

¿Mahler y Jung? ¿Se lo merecen? Oh sí, algunos de ustedes saben que amo algunos pasajes de Mahler. ¿Pero si no hubiera habido mahlers necesitaríamos a Mahler? ¿No son ellos mismos el veneno y la cura y todo es un negocio redondo? ¿Y qué hay de Jung? Un católico facistoide (justo lo contrario de Heidegger), o mejor dicho un suizo chaparrito de lentes y bigote chistoso que nos divierte con el lado loco del psicoanálisis.
Mejor en todo caso Gustavo López, que vive enfrente de mi casa y que durante unos meses venía diario a visitarnos (a mí y a mi computadora) hasta que tuvo internet. Los hay también kitsch pseudo intelectuales, o peor aún, pseudo hippies como Ceratti, quien cantó con los monjes budistas y cuyo atuendo blanco parecía piyama.
O Gus Rodríguez, la mente maestra detrás de los chistes de Derbez, cuyos años exitosos de Club Nintendo sonrojarían al participador más enérgico de Les Temps Modernes. También está la cuasi novela intitulada "Gustavo" que Alejandro Cavallazzi está a punto de terminar, con sus buenos momentos y sus torpezas.
Gustavo Ramírez España me molestaba en el kinder, al grado de que un día incluso no quise ir a la escuela por eso. Pero diez años después se ofreció a defenderme cuando tuve problemas en la secundaria.
Sólo nos queda pensar que podemos llegara buenos términos con nosotros mismos y darles las gracias a todos los Gustavos, porque sin ellos no seríamos quien somos, tan esperanzados y tan envilecidos como un niño judío esperando a Santa Claus.

Tuesday, March 15, 2005

Entrevista al autor de la publicación científica "Síndrome de envejecimiento riguroso y termoplasto intracelular externo mitocondrial preostoblástico"

Según los estudios más recientes la causa del envejecimiento es el termoplasto intracelular externo mitocondrial pre osteoblástico. A continuación una breve entrevista:

QKO: ¿Cómo es que se llegó al descubrimiento del T.I.E.M.P.O?

C: Los estudios celulares previos no podían explicar el envejecimiento, pues sin tomar en cuenta el T.I.E.M.P.O no se explican los cambios degenerativos. A pesar de que ya se tenía conocimiento del T.I.E.M.P.O no se sabía que este fenómeno propiamente provocaba el envejecimiento, sin embargo está tan íntimamente ligado a la constitución de la vida que era imposible extraerlo para estudiarla sin éste, por ello tuvimos la necesidad de generar un simulador en computadora, donde extrayendo el T.I.E.M.P.O se puede comprobar en distintas formas de vida como nunca ocurre degeneración.

QKO: ¿Se da cuenta de la ironía? Es decir, que las siglas T.I.E.M.P.O se pronuncian “tiempo”. Algunos podrían pensar que se trata de una broma.

C: ....

QKO: Es decir, ¿en verdad es una broma?

C: No, no, en absoluto. Como usted mismo lo señala, se trata de una ironía.

QKO: He notado que en su diploma “Berkley” está mal escrito, hasta donde tengo entendido Berkeley lleva una “e” intermedia más.

C: Así me lo dieron.

QKO: ¿Es de Boston o de California?

C: No sé, es un doctorado honoris causa, me lo enviaron por correo.

QKO: Otro detalle curioso es que su tarjeta de presentación lo anuncia como premio Nobel, pero no he logrado encontrarlo en los registros como premio de biología, medicina, física o química.

C: Es de la paz.

QKO: ¿Por qué le fue otorgado?

C: Por no molestar a los científicos con preguntas.